martes, 8 de junio de 2010

Duele

Duele, no duele el recuerdo, duele recordar, cuando alguien plagaba tus horas y llenaba tu vida de alegría y de repente se va.
Ella se fue, nunca volverá, ni conmigo ni con nadie, porque ya no está. El dolor viene el dolor no se va, porque si consigues dejar de sufrir, será porque estas olvidando... me consume.
Me siento impotente, día a día recuerdo la última vez que la vi, su sonrisa, su pelo, sus labios, su cuerpo, su voz, han pasado 25 años y me duele olvidarla, ya no recuerdo si tomó café o zumo, si vestía aquella camisa vaquera que le regalé por nuestro aniversario o la desteñida camiseta que estaba llena de pintura por la vez que pintamos juntos la casa.
Intento recordar
y cuanto más lo intento más lo consigo
y cuando lo hago, cierro los ojos y me veo solo, han pasado 25 años y todavía sigo solo, y duele tanto, el corazón se arruga, se hace pequeñito y desaparece.
El pecho se queda vacio, no es que todo lo que había en mi corazón haya desaparecido, es que ya no hay corazón.
corazón que albergue ni bien ni mal, ni felicidad ni dolor.
ya no puedo albergar ni un solo halito de cariño, ni un sentimiento de amor, la soledad consume mis días, mis horas, mis minutos, mi vida.
Su recuerdo, su maldito recuerdo se desvanece en el aire, en el tiempo, como un castillo de arena en la orilla, que ve como sus cimientos desaparecen, quebrados y desgastados por la marea que es fuerte y que no perdona, como el tiempo, como los recuerdos desgastados y barridos por el olvido.
Me gustaría poder olvidarlo todo, que mi corazón no siga sollozando en silencio, pero no, en realidad no quiero, no quiero su silencio, no quiero que su recuerdo se desvanezca en el olvido como una simple y vieja hoja de otoño, que cae en el tiempo al suelo de la vida y nunca se vuelve a oír más.
No quiero olvidarla porque todavía la amo.
no podré olvidarla nunca porque nunca nadie me hizo amar tanto, porque se marchó y se llevó con ella mi corazón, por eso le pido que vuelva, sabiendo que ignorará mi llamada. Me pregunto si alguien sería capaz de morir de amor, de pena. Espero que si porque esa sería la única manera de cerrarlo todo, de cortarlo todo. Ya no recuerdo su voz, la he olvidado, ya no recuerdo el tacto de su piel junto a la mía, lo he olvidado, ya no recuerdo sus labios junto a los míos, lo he olvidado, ya no recuerdo su cuerpo ¡, lo he olvidado, ya no recuerdo su andar ni su perfume, ni el vaivén de sus caderas…ya no la recuerdo.




-Sebastián!Sebastián!Sebastián!
-Eh…
-Llevas un rato en silencio amigo mío, no me contestaste aún.
-Oh, perdón…¿Cuál era la pregunta?
-Te preguntaba que si la seguías amando, y recordando.
-Eh… no…no, no por dios, no, no por favor. Han pasado 25 años Antonio…25 años son muchos años.
-No para ti amigo mío, nunca vi a nadie amar tanto como tú, tanto sentimiento, no sé como el dolor no ha consumido tu corazón.
-Han pasado 25 años…
- Ya pero…
- 25 AÑOS! SABES LO QUE ES ESO? 25 AÑOS, SON MUCHOS AÑOS! DEMASIADOS PARA SEGUIR AMANDO, DEMASIADOS PARA SEGUIR PARA SEGUIR SUFRIENDO…demasiados para seguir viviendo, demasiados, demasiados….demasiados.
demasiados.
-Sebastián por dios-
Se cayó al suelo, pero Antonio pudo levantarle abrazarle y sentarle en su gran butaca verde, en frente de la chimenea.
Se quedo inmóvil, con una mirada vaga y quieta como la de un idiota.
-¿Por qué te consumes en la soledad y en el recuerdo? Ya se fue el amor.
-El amor…el amor es como un rayo de luna- comentó mirando el fuego, escuchando su crepitar y sobresaltándose al oírlo.
-Todavía la amas, la recuerdas…
-El recuerdo, es como un rayo de luna.
-La sigues amando, la necesitas, la añoras.
-¡No!¡No!- exclamó incorporándose colérico en su sofá.
-No quiero nada…es decir, si quiero….no…si, si quiero, quiero que me dejéis solo, mis libros, la música, mujeres, recuerdos, mentiras todo!! fantasmas vanos que formamos en nuestra imaginación y vestimos a nuestro antojo, y los amamos y corremos tras ellos, ¿Por qué?¿PARA QUE?

para encontrar un rayo de luna.

Nunca volverá la luz de mi vida, ya se apagó, no queda su abrigo, tan solo el recuerdo que quema, arde y duele. Tan solo queda un ínfimo recociendo, que quieres, que dañas y que matas. muero sin ti, sufro contigo.


Sebastián estaba loco; o por lo menos todo el mundo lo creía así, a mí, por el contrario, se me figuraba que lo que había hecho era recuperar el juicio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario