jueves, 10 de junio de 2010

La vida sigue siendo una mierda para Buk

un día empecé a plantearme que a cada cagadero al que iba ya había estado algún sucio culo gordo antes, no tardé mucho en dejar de pensarlo, porque aparte de ser estúpido y no tener sentido, da asco.
Mierda, es en lo único que puedo pensar ahora.
Todo a mi alrededor está corrompido, podrido, quizás aquellos que durante años lucharon a mi lado ahora se estén convirtiendo en meros compañeros de autobús.
Hace tiempo que no tengo amigos verdaderos, hace tiempo que no siento nada, hace tiempo que dejé de ser yo para convertirme en una sombra que vaga por las sucias esquinas de un barrio marginal.
el tiempo pone a todos en su sitio, pero a mí me gusta el que tengo ahora.
Estaba el otro día en casa, bebiendo unas cervezas cuando llamó Bobby, joder si era pesado este tío, venia todos los días a mi casa a emborracharse mientras veíamos películas sucias. Quizás yo este podrido por dentro, pero Bobby está completamente vacío. Era un tipo raro, me consta que ha estado más de una vez en el manicomio y en la cárcel otras tantas. Es información de primerísima mano, al parecer yo también he estado con él, o eso me dice.
-¿Sigues escribiendo esa mierda Hank?-
-Que dices Bob-
-Si joder, la literatura, la poesía, la prosa lirica esa que haces-
-Escribo literatura?¿Desde cuándo?.
-mierda Hank, eres el tío más raro que he visto que en mi vida, estás enfermo-
gilipollas
se levantó agarró su sucia chaqueta de pana verde y salió de mi casa, no creo que llegase muy lejos, llevaba un ciego que no se sostenía. Lo oí vomitar de manera estrepitosa en el descansillo, y al segundo oí a la señora McWagan saliendo de su casa. Una mujer de más de 90 años que sale a pasear y se encuentra a una masa grasienta de ser humano, que destila alcohol y vomita en la puerta de su casa, ¿que hace?
instinto animal
Paraguazo en la frente
Sangre.
Ambulancia.
Al parecer cuando hay agresión de por medio llaman a la policía, eso, mierda, yo no lo sabía. Como tampoco sabía que mi casa apestaba a culo sucio, tampoco sabía que podían entrar en tu casa y arrestarte, como tampoco sabía que el bulto que tenía en el pecho era mi hígado, podrido y rebosante de alcohol barato. Mierda, no fui a la policía, pero me llevaron al departamento de urgencias del hospital de esta cruenta ciudad como es Nueva York, concretamente al hospital Kingdom.
Y hacedme caso, no es el mejor hospital al que puedes aspirar, aunque sea para perecer en él.
Es verdaderamente escatologico, aquí me encuentro, en una camilla sucia de pis, sudor, vómitos y excrementos de gente moribunda que lo único que quiere es aplacar el inmenso dolor que invade sus cuerpos cubiertos de mugre y suciedad propia de la crudeza de la calle.
Estoy en la parte de emergencias urgentes, aunque no hay casi médicos, tan solo entran camillas de las ambulancias y enfermos, ante todo delincuentes apaleados por la policía.
Mierda, esto aparte de estar lleno de enfermos y drogadictos está a rebosar de dementes, psicópatas y violadores sexuales.
- En medio del mar del mar del mar, me puse a cagar cagar, cagar, le dije a Emannué, Emannué, Emannué, que me traiga papel, papel, papel, y el muy hijo de puutaaaaaaa, me trajo virutaaaaaa, si no me fiijooooo, el culo me liiijooooooo.
joder, no sé quien cojones es ese tipo, pero da bastante miedo. lleva toda la noche repitiendo la MISMA MIERDA DE CANCIÓN, JODER QUE ALGUIEN LE HAGA CALLAR. MIERDA.ME DUELE MUCHO EL PUTO CUERPO.

Parece que viene una enfermera por el fondo del pasillo...perdón, he de matizar algo, parece que viene una enfermera que se ha comido a dos o tres compañeras por el fondo del pasillo. Creeréis que soy un cabrón por prejuzgarla por su mórbida estructura física, pero tendríais que estar aquí donde estoy yo, mierda, la tía no puede ni andar sobre sus ¿Pies?, mejor llamémosles pequeñas porciones de carne amorfa embutida en esas feas sandalias de enfermera.
No parece traer muy buen humor, yo tampoco sería muy feliz con todo eso rodeando mi cuerpo. Era grande, no excesivamente alta, pero grande, creo que nadie podría hacer crecer algo tan extravagante. Tenía el pelo recogido en un moño, su pelo era negro como el carbón, pero feo y desagradable, estaba sucio y chorreaba grasa por toda su cabellera, estaba sudando y sujetaba entre sus obesos dedos de las manos una carpeta manchada de chocolate en la cual estaban los historiales de algunos de nosotros. Llevaba puestas unas gafas realmente feas, sucias y antiguas. Tenía un tic nervioso bastante desesperante, cada cierto tiempo cerraba con fuerza los ojos y abría ampliamente la boca, enseñando sus sucios dientes y exhalando un fétido olor que salía de su cloaca, dios, no os imagináis lo mal que podía oler ese aliento, realmente desagradable.
Se acercó a nosotros y empezó a relatar una lista de nombres para que la acompañásemos, todos accedieron y la siguieron como cabritillos. El ultimo nombre fue el mío, pero una de dos, o no lo escuché o no le hice caso, no lo recuerdo, tan solo puedo acordarme de que la masa se acercó lentamente hacia mí y me dijo:
-Hola cariño, ¿a que tu eres el ultimo gilipollas borracho que estaba en mi lista?, lo sé porque hueles a whisky que da asco.
La vomité en la cara.
Realmente me quedé muy a gusto, tenía el estomago destrozado por el alcohol y hacía tiempo que no comía nada decente, unirle a ese estado lamentable de mi interior el putrefacto olor de su aliento. Dieron lugar a un chorro de jugos gástricos y bilis que salieron disparados hacia su cara.
Más Vomito.
Nunca he recibido tantos puñetazos por parte de una mujer.
Antes de ingresarme me tuvieron que dar puntos en la ceja y en el labio, suelo tener un aspecto lamentable, pero cuando me pega una paliza una enfermera de 200 kilos empapada de vomito, pues la cosa empeora.
Bastante.
Los quirófanos de este hospital daban bastante que desear, sobre todo cuando veías en la puerta de los mismos a los cirujanos que se disponían a operarte abriéndote en dos, mierda tenían jodida pinta de carniceros, de charcuteros de barrio que amaban más el puro gore de abrir en dos a alguien que el verdadero sentido de la medicina que era sanar. Esta sociedad ha llegado a tal punto de podredumbre que prima más el dolor que el alivio, y cuenta más una muerte que mil vidas.
los hospitales es donde intentan matarte sin explicar por qué. la fría y controlada crueldad del Hospital Norteamericano no se debe a médicos sobrecargados de trabajo o habituados a la muerte y aburridos de ella. se debe a médicos A LOS QUE SE PAGA DEMASIADO POR HACER DEMASIADO POCO y a los que admiran los ignorantes, como a brujos con poderes de curación, cuando la mayoría de las veces no son capaces de distinguir entre los pelos de su propio culo y los del apio.

-Buenos días tía María!
Que cojones era esto, acababa de entrar un hispano con un mostachito lamentable que le recorría toda la mejilla.
-Que tal señor, soy su cirujano personal, el Doctor Rodríguez.
mierda y encima es un puto hispano de apellido hispano. No soy racista, ni mucho menos, pero los hispanos siempre me han parecido una especie humana de lo más primitiva y simple. Además he tenido más de un mal encuentro con este tipo de gente, pero esa es otra historia.
También es mala suerte, esta mala suerte que me persigue solo recae sobre los borrachos, los pervertidos y aquellos deseres deshumanizados que vendieron su alma al diablo por efímeros momentos de placer. creo que compraré algo de sal.
-Váyase a la mierda, y fuera de mi país sucio hispano.
Dijo algo, acerca de la verdadera conquista de Las Américas, pero estaba muy borracho y me dolía todo el cuerpo.
Me dolida mucho aun con toda la morfina que tenía en el cuerpo, los acrecientes pinchazos de mi estomago se estaban volviendo realmente insoportables.

Por una vez en mi vida hice caso a mi deteriorada cabeza y pensé un poco, ese tío era el único que me podría salvar, asique a la fuerza ahorcan.
-Haz lo que quieras conmigo medico dominicano de mostacho sin afeitar en la cara, soy todo tuyo.
Me desmayé, el dolor no me dejó ni balbucear buenamente esas tristes palabras que le proferí al médico.
Todo negro.
Creo que volveré a comprar sal.
Abrí los ojos, pensé que el infierno olería peor, pero no, no estaba en el infierno, y en el cielo seguro que tampoco. Allí había una enfermera, me dijo aquellas cosas que tenía que tener en cuenta para los próximos meses: nada de alcohol para toda la vida, nada de grandes comilonas, nada de juergas hasta las tantas... era una tipa muy pesada, le dije que se callase y que me diese mi ropa, solo hizo una de ellas.
No sabéis lo patético que puede ser andar por la calle con el batín de enfermo, con toda la espalda abierta. El hombre que inventó eso, una de dos, o era un cochino pervertido, o era imbécil.
Creo que los dos.
Me dijeron que dejase de beber y de salir por la noche.
¿que sentido tendría mi vida entera?
Creó que escribiré algo cuando llegue a casa. Dejé unos relatos a medio hacer. No sé si lo sabíais, pero soy un genio de la literatura, uno maldito sí, pero soy un genio.
Aun así creo que saldré me compraré una botella de Ron y algo de sal.
Aunque podríamos olvidar todo esto.
¿tu qué crees?

"Existió una vez un viejo maestro ermitaño que veneraba en su pequeño cubículo de granito a una pequeña roca del tamaño de un garbanzo, un día, la pequeña roca desapareció y en su lugar apareció una pequeña rama de árbol seca, desde entonces el maestro ermitaño la venera y vive en la profundidad del bosque."

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