martes, 8 de junio de 2010

Puro Quique Gonzalez

Al escribir estas líneas mis recuerdos consiguen arrancarme una sonrisa a cara de perro. Me acuerdo la primera vez que te vi, bailando bajo la lluvia estabas, mientras saltabas sobre un charco de estrellas esperando al pálido rostro de la luna llena, te vi llorar bajo la lluvia, sin tener a donde ir, como yo, por eso te arropé en esa húmeda y fría noche y limpié tu corazón de arena. Esa noche se nos iba la vida al quitarnos la ropa en aquella pensión tan pegada a la playa, nos contamos mentiras nos compramos promesas, hasta que nos hicieron cosquillas las luces del alba. Inventamos mareas, tripulábamos barco, que encendía con besos en el mar de tus labios, como dos kamikazes enamorados. Vi como te vestías deprisa encendías un cigarro y me sonreías a través del espejo del baño, esa noche te fuiste de mis manos, no te volví a ver. Como un poeta acariciaba mis cicatrices mientras soñaba contigo, esperando a la chica de los ojos tristes, con tu carita de pena, mientras sonaba de fondo guitarras y voces gitanas.
Aunque tú no lo sepas, inventaba tu nombre por las noches, me drogaba con ficticias promesas, mientras mi cama se queja, fría por tu ausencia.
Hoy el destino vuelve a unirnos, te vi de lejos, tu inconfundible cuerpo y tu largo y castaño pelo acariciando tu morena espalda de color chocolate y rozando tus brillantes mejillas. En el puerto estabas, bajo la lluvia otra vez más, mientras te acariciaba un marinero en tierra, pero esa vez no era yo. YO, el mismo que me fui a buscarte a las fronteras, persiguiendo sombras y alcanzando quimeras, recordando los cuerpos y olvidando los nombres, puesto que mis dedos solo sirven para acariciar tu cuerpo. Solo el tiempo hará cicatrizar y olvidar los posos de tu amor que hay dentro de mí. Te llevo guardada muy dentro del corazón.
Siempre tuyo desde la doble fila, tu “kamikaze enamorado” preferido, que te ama y lo hará por toda la vida

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